Partiendo desde Salta, salimos rumbo a la localidad de San Antonio de los Cobres. El camino que se toma (parte asfalto, parte ripio), va en paralelo a las vías del tren de las nubes. Actualmente el tren no está saliendo y la única forma de llegar a esta localidad, es por medio de un auto. Durante el recorrido se puede ver los puentes por donde pasaba el tren, los desvios que hace para poder vencer la altura y las idas y vueltas para ganar fuerza. Este trayecto fué el que más me impactó de todo el norte. Los cerros despliegan toda su belleza en una infinidad de combinaciones de formas y colores. Los verdes pastizales, las flores que crecen al costado del camino y los animales que se pueden ver en corrales o pastando, aportan una belleza que sólo puede ser comprendida si se la ve con los propios ojos.
Una de las ventajas de ir en auto es que uno puede parar en cualquier momento y bajarse a respirar el aire, caminar y sentir la naturaleza y poder sacar tantas fotos como uno quiera.
Durante este camino uno va subiendo cada vez más, se va sintiendo en el cuerpo los efectos de la altura. Por suerte habíamos comprado hojas de coca en Salta, así que mascamos durante la mitad del camino. En su punto más alto el camino llega a pasar los 4000 m de altura sobre el nivel del mar.
Mientras escribo esto, trato de recordar cada detalle de ese viaje, para que nunca se borre de mi memoria. Añoro el poder volver vivirlo nuevamente y ver esos cerros que parecen pintados por Dios un día de inspiración.
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