Acostado sobre el césped, mirando a un panadero que el viento hace bailar a su capricho. Yo me quedo mirando, esa fragilidad de la flor que se esparse por el aire al primer suspiro y ese panadero ya deja de ser visible y se convierte en una mancha blanca sobre el papel, pero no importa como quiera ocultar su fragilidad, yo sé como es y me olvido de su rudeza y solo quiero cuidarlo.
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