Era una tarde nublada y templada. La ruta ondulante nos mostraba en cada curva un horizonte diferente. Las nubes que tocaban los cerros y caían como una cascada sobre ellos. El verde de los pastizales contrastaban con el gris de la rocas de los cerros. Se respiraba un aire mágico, épico. El paisaje te animaba a seguir adelante, alentandote que el porvenir es aún mejor.
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